Sentir desde dentro es lo más puro que puede haber. El cuerpo vibra en su interior, siente desde el corazón y la respiración incita los sentidos. Encontrarte dentro de ti, buscarte en la catedral de tu piel y vivir dentro, sintiendo cómo resuena en las paredes el palpitar de tu propia vida, única como ninguna.
Nadie piensa sobre esto pero el primer lugar donde nace nuestra energía es en el centro del pecho, donde se encuentra el Anahata, el chakra del amor, el equilibrio y la conexión. Desde ahí tenemos que respirar y de ahí debe salir todo lo que creemos en nuestro interior. Yo me imagino las ideas revoloteando como mariposas por todo el cuerpo, pasando por todos los puntos de energía, todos los recuerdos, el subconsciente y saliendo para después desintegrarse en el aire.
Porque las ideas de nuestro ser no son más que aire, que son como una gran misa en la catedral del cuerpo, mas cuando salen, si no resuenan en otro cuerpo-catedral cercano y son procesadas y comprendidas, acaban por eliminarse a sí mismas, dejando espacio para el aire limpio y puro. Por eso, es bueno que nuestra obra arquitectónica esté llena de ventanales, rosetones y balcones, para dejar entrar también la energía de otros cuerpos y no dejar de intercambiar haces de luz con mariposas y aire y energía y vida.